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La megaguía para construirte un PC desde cero en 2020: la caja y la fuente de alimentación

Poner a punto un PC equilibrado, potente y estable requiere no dejar nada al azar. Tampoco la caja y la fuente de alimentación. Otros componentes, como la CPU, la GPU o la unidad SSD, tienen un impacto más evidente en nuestra experiencia, pero los dos elementos a los que vamos a dedicar esta entrega de la guía también son muy importantes. De hecho, en gran medida la capacidad de expansión y la estabilidad de nuestro ordenador están en sus manos, por lo que nos interesa elegirlos bien para evitar que las expectativas que hemos depositado en nuestro nuevo equipo se vayan a pique.

Este artículo es la sexta entrega de una guía extensa en la que los principales componentes y los periféricos más relevantes de un PC tendrán su dosis de protagonismo. Nuestra intención es ayudar a los usuarios que han decidido montar un equipo a la medida a encontrar los componentes que resuelven mejor sus necesidades y encajan mejor en su presupuesto, y para lograrlo dedicaremos a la mayor parte de ellos un artículo en exclusiva. Las protagonistas indiscutibles de este artículo son la caja y la fuente de alimentación de la misma forma en que en las anteriores entregas de la guía hablamos de la placa base, el procesador, la memoria principal, la tarjeta gráfica y el almacenamiento secundario.

La caja es mucho más que el contenedor de los componentes de nuestro PC
Todos conocemos el rol más evidente que tiene la caja de nuestro PC: ofrecer un soporte físico a los demás componentes del equipo, como la placa base, las unidades de almacenamiento secundario o el sistema de refrigeración. Sin embargo, su responsabilidad no acaba aquí. Si la elegimos dejándonos llevar únicamente por su diseño estético y su precio corremos el riesgo de que cuando hayamos ensamblado nuestro ordenador y comencemos a utilizarlo la caja no esté a la altura. Quizá no favorezca la correcta refrigeración de los componentes más delicados de nuestro PC. O puede que a medio plazo limite su capacidad de expansión. Esto es lo que os proponemos tener en cuenta para elegir la caja ideal.

También es un escudo frente a la electricidad estática
Los paneles de la mayor parte de las cajas para PC que encontramos en las tiendas son de acero o aluminio, aunque también recurren a materiales como el vidrio templado o el metacrilato para permitirnos ver su interior a través de una o más ventanas laterales. Lo interesante es que hay una razón de peso para que las cajas sean metálicas: se comportan como una jaula de Faraday capaz de proteger de la electricidad estática presente en el ambiente los componentes más delicados de las placas de circuito impreso de nuestro ordenador. La posibilidad de que una descarga electrostática pueda dañar algún elemento del equipo es real, lo que explica por qué las personas que se dedican a ensamblar y manipular profesionalmente el interior de los ordenadores suelen utilizar pulseras de descarga electroestática.

Las cajas metálicas se comportan como una jaula de Faraday capaz de proteger de la electricidad estática los componentes más delicados de nuestro ordenador

Lo que acabamos de repasar nos lleva a nuestra primera sugerencia: es preferible evitar las cajas para PC con paneles de plástico debido a que no cumplen esta función. Prácticamente todas las soluciones que nos proponen las marcas que tienen productos de calidad recurren a los paneles de metal y descartan el policarbonato. La única concesión suelen hacerla en las ventanas que nos permiten observar su interior, y que, como acabamos de ver, recurren al vidrio templado o al metacrilato. Solo en las cajas de muy bajo precio y discutible calidad encontraremos paneles de plástico, por lo que es fácil evitarlas. Además, como vamos a ver en la siguiente sección, la utilización de paneles de metal mejora la capacidad refrigerante de la caja gracias al alto índice de conductividad térmica que tienen el acero y el aluminio.

Una buena caja nos ayudará a mantener bajo control la temperatura de nuestro PC
La eficacia de un buen sistema de refrigeración para CPU o GPU puede verse comprometida si la caja en la que hemos instalado nuestro microprocesador y nuestra tarjeta gráfica no está a la altura. Estos son los dos elementos del equipo que más energía disipan en forma de calor, aunque los chips de memoria que operan a altas frecuencias de reloj y las unidades SSD, especialmente las que utilizan la interfaz PCI Express 4.0, también pueden calentarse mucho. Todos estos y otros componentes del PC, como el chipset de la placa base, disipan una parte de la energía que consumen en forma de calor, y ese calor contribuye a incrementar la temperatura del aire alojado en el interior de la caja, sobre todo cuando sometemos a nuestro ordenador a una carga de trabajo importante.

La responsabilidad de evacuar con eficacia ese aire caliente y renovarlo con aire más frío procedente del exterior del ordenador recae en la caja. Por este motivo una de las características a las que os aconsejamos prestar más atención cuando os embarquéis en la tarea de haceros con una nueva caja es, precisamente, su eficacia refrigerante. Como acabamos de ver apostar por paneles metálicos ayuda gracias al alto índice de conductividad térmica que tienen tanto el acero como el aluminio, pero lo más importante es que el fabricante de la caja haya sido meticuloso a la hora de diseñar el circuito de refrigeración del aire. Y en este contexto no solo importa el número de ventiladores que vamos a poder instalar en la caja, sino también su posición y su calidad.