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'The Last of Us Parte II', análisis (sin spoilers): una secuela que va más allá de la simple continuación, potenciando espectáculo y terror

Incluso ahora que podemos opinar sobre 'The Last of Us Parte II' con libertad, el lógico propósito de no revelar spoilers complica la labor considerablemente, porque el propio motor narrativo del juego es un enorme spoiler. Y además, uno que va a estar sujeto a no poca polémica: la historia de este juego es la de Ellie, y es una narración compleja, dueña de ramificaciones que afectan profundamente a otros personajes. Pero toda su evolución está sujeta a un acontecimiento que no solo no podemos contar, sino que va a generar las discusiones más acaloradas en torno al juego.

Lo que sí podemos contar es que la historia de ese personaje, la Ellie que nos presenta 'The Last of Us Parte II' es mucho más oscura, ambigua y amoral que la de la primera entrega. El salto que ha dado como personaje es impresionante y, en general, el terrible periplo personal que tiene que atravesar es lo que hace de este juego un título más arriesgado y macabro que su aclamado precedente. Y quizás por eso mismo está llamado a ser mucho más infravalorado.

Una vez jugado, podemos afirmar que Naughty Dog no se ha acomodado en una mera continuación del primer juego. Por supuesto, no estamos ante un juego indie, ni muchísimo menos ante un producto experimental. Pero lo cierto es que 'The Last of Us Parte II' es el mayor salto al vacío que ha dado el estudio en toda su carrera: quizás la palabra que mejor define al juego es "antipático" -lo que no es necesariamente un aspecto negativo, más bien al contrario-, algo sorprendente viniendo de los creadores de uno de los personajes con más carisma y más adorables del medio, Nathan Drake de 'Uncharted'.

De hecho, algo de Drake había en el Joel del primer 'The Last of Us': aunque cargaba con drama y sucesos traumáticos en su mochila, se podían detectar algunos rasgos del adorable sinvergüenza aventurero de 'Uncharted' en aquel contrabandista que tenía que proteger a una cría, Ellie, en un mundo en franca descomposición. La relación que se establecía entre ambos, como no podía ser de otro modo, tenía tintes paternofiliales. Y eso acercaba al juego a tantos otros que abundan en las misiones de escolta y en la protección de personajes más débiles (aunque 'The Last of Us' daba un giro permitiendo controlar a Ellie y haciendo que fuera un personaje no precisamente desvalido).

Un giro dramático para Ellie

Todo eso cambia, no sin poco sentido del riesgo, en la secuela. Ellie se convierte no solo en la protagonista, sino en una heroína mucho más radical de lo que lo era Joel. Sus motivaciones están -como lo estaban las de Joel- muy lejos del altruísmo, pero si bien aquel juego nos presentaba un camino hacia la luz (lleno de aristas y dobleces, como demostraba su memorable final), en esta ocasión la aventura es una auténtica caída en un pozo tenebroso donde solo hay muerte y violencia.

El hecho de que los infectados hayan pasado a un claro segundo plano en la narración es una de las consecuencias más claras de ello: el virus, podría decirse que incluso el post-apocalipsis, son telones de fondo. Aquí hemos venido a conocer la historia de Ellie y todo lo demás es secundario. Por supuesto, eso no implica que los infectados sean un aspecto que no se haya cuidado, y hay alguna especie nueva de monstruos, como uno que presenta batalla al estilo de un pequeño jefe, que son ciertamente memorables. Pero esta historia es, principalmente, la de Ellie en lucha con ella misma y con otros como ella.

Porque vamos a conocer a fondo a otros personajes, y muy especialmente a uno del que no podemos hablar. A mitad del juego, la narración da un giro que será comentadísimo y, sospechamos, tremendamente discutido. Desde aquí lo valoramos muy positivamente, porque abunda también en ese sentido del riesgo del que hace gala 'The Last of Us Parte II', y que garantiza que siempre podamos esperar un nuevo giro en la larga aventura, y en direcciones muy distintas de las que pueden hacer sospechar las primeras horas de juego.

Podemos achacar buena parte de estos cambios a Halley Gross, coguionista junto al director, Neil Druckmann, y que está curtida en series de televisión como 'Banshee', 'Westworld' o 'Too Old to Die Young'. El arco que describe el personaje de Ellie está claramente inspirado en mecánicas heredadas del audiovisual tradicional, y funciona. Sin duda, no será del gusto de aquellos que desen una experiencia más intensa en lo jugable que en lo narrativo, pero Naughty Dog ha conseguido afilar esos dos aspectos al máximo.

Este cambio que se produce en Ellie esta descrito en el juego gracias a su apabullante violencia. Vas a ver muertes (aunque podríamos llamarlas ejecuciones, cuando no directamente fatalities) que en más de una ocasión te llevarán a gemir de disgusto o a apartar la mirada de la pantalla. La violencia es a veces insoportable, y eso forma parte de la apuesta narrativa de Naughty Dog, y sin duda es el riesgo más grave que abraza: ¿hasta qué punto el drama se convierte en caricatura cuando se tensa demasiado la cuerda de la violencia? Será sin duda otro aspecto del que se hablará mucho.

Una exhibición técnica
Nada de todo esto tendría demasiado sentido sin un despliegue técnico a la altura, y en ese aspecto, 'The Last of Us Parte II' es un juego en ocasiones asombroso. La misión desesperada de Ellie, al límite de sus fuerzas y de su personalidad se traduce en mecánicas de sigilo muy depuradas y que hacen que el juego sea delicioso en términos de control y mecánica. Los movimientos de Ellie por los escenarios, perfectamente integrados con el entorno, sorprenden por su fluidez y por la sutileza con la que los recorridos de escondites prediseñados están camuflados con una miriada de detalles gráficos.