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Los problemas de Zuckerberg se multiplican en 2022: se enfrenta a dos nuevas demandas multimillonarias que amenazan el imperio digital de Meta

El año que acaba de comenzar tampoco se adivina tranquilo para Mark Zuckerberg. Si 2021 fue el ejercicio en el que un nuevo escándalo sobre las prácticas de Facebook hizo que cambiase el nombre a su conglomerado de empresas por Meta y anunciase que se lanzaba de cabeza a las oscuras -por ignotas- aguas del metaverso, el que acaba de echar a andar ya ha dado muestras de que también va a ser movido.

Y es que Meta ha comenzado 2022 con dos nuevas batallas legales, una en Estados Unidos y otra en Reino Unido, que amenazan sus cuentas y ponen en peligro su imperio digital. La primera de ellas, la de Norteamérica, es especialmente peliaguda para los intereses de Zuckerberg, porque podría obligarle a deshacerse de dos de sus joyas de la corona, Instagram y WhatsApp.

El pasado 11 de enero, un juzgado del Distrito de Columbia admitió a trámite una demanda antimonopolio de la Comisión Federal de Comercio de aquel país contra Facebook, por la que el organismo estatal estadounidense denuncia que Meta tiene un monopolio ilegal en los servios de redes sociales al haber adquirido a dos rivales directos como Instagram y WhatsApp e integrar cada vez más unas plataformas con otras.

Este tipo de demanda contra Facebook, ahora Meta, no es nueva, ya que en 2020 el juzgado desestimó una de naturaleza parecida. Pero esta vez, en cambio, el juez ha considerado que las pruebas aportadas son más sólidas y detalladas que antes, por lo que la admite a trámite rechazando las alegaciones de los de Zuckerberg y permite que la justicia estadounidense investigue si, efectivamente, el conglomerado digital ejerce un dominio excesivo del mercado digital.

Ahora se abre una batalla legal que se adivina encarnizada y que podría conducir a una de las mayores crisis de la historia de Meta, y en este caso en el ámbito que más duele a Zuckerberg, el económico. Porque de demostrarse que la empresa ejerce una posición monopolística en el mercado, la justicia estadounidense podría obligarla a deshacerse de dos de sus negocios más rentables, en especial Instagram.

La demanda de Reino Unido
Por otra parte, este viernes se ha hecho público que la Autoridad de Conducta Financiera de Reino Unido ha presentado una demanda colectiva contra Meta de cerca de 2.800 millones de euros por abusar de su dominio del mercado en las Islas Británicas para explotar la información de 44 millones de usuarios, según informa Reuters.

La demanda recoge que Facebook usó su posición dominante en el mercado de las redes sociales entre 2015 y 2019 para imponer términos y condiciones injustos a sus usuarios, a los que exigía la entrega de datos personales muy valiosos para acceder a la red social, dándole el poder a la empresa de Zuckerberg de explotarlos como quisiesen.

Problemas para contratar
A estos reveses judiciales, que bien podrían convertirse en duros varapalos económicos, se une otro problema no menos importante para su futuro: a Meta cada vez le cuesta más contratar a nuevos empleados.

Hace no mucho, Facebook era una de las empresas más atractivas para trabajar de todo el mundo, y casi cualquier profesional de casi cualquier ámbito habría estado encantado de sumarse a sus filas. Pero las sucesivas crisis de reputación de la empresa, sumadas a la actual coyuntura del mercado laboral del sector tecnológico, han hecho que Meta, a día de hoy, no esté encontrando todo el talento que necesita, según documentos internos a los que tuvo acceso Protocol.

Esto es especialmente problemático para una empresa que va abordar una profunda transformación de su estrategia de negocio con el desarrollo del metaverso, para el que Zuckerberg anunció que tenía la intención de contratar, sólo en Europa, a 10.000 nuevos empleados.

Así, la falta de mano de obra, el tremendo desembolso que va a suponer su aventura en el metaverso y los nuevos varapalos judiciales, con la posibilidad de nefastas consecuencias económicas, ponen en peligro la continuidad a largo plazo de un negocio que, eso sí, hasta el momento sigue ofreciendo balances de resultados muy positivos.