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Microsoft Surface Pro X, análisis: el hardware ARM está preparado para conquistar a los convertibles, el software todavía no

Ponerle el procesador de un smartphone a un portátil no parecía muy buena idea hasta no hace mucho, pero estos chips han avanzado de tal forma que en Microsoft llevan tiempo apostando por un nuevo segmento de dispositivos que por fin ofrezcan una alternativa a los chips de AMD y de Intel y, sobre todo, a la arquitectura x86 que ha dominado este panorama durante décadas.

Para los responsables de Redmond los procesadores ARM están preparados, y su último intento de convencernos de que un portátil ARM es posible es el Surface Pro X, que hereda muchas de las virtudes de los Surface Pro que todos conocemos y queremos, pero que cambia en ese componente fundamental. Ese cambio hardware tienen sus ventajas y sus inconvenientes, y nosotros hemos tratado de caer en las redes de un concepto que ha madurado y que está ya muy cerca de lograr su propósito en muchos ámbitos. El problema es que aún no es un producto redondo.

Hablemos de ese procesador ARM
La hoja de especificaciones del Surface Pro X no parece muy distinta de cualquier otro portátil o convertible de esta gama.

No al menos hasta que uno se fija en un apartado clave: el procesador, que en lugar de seguir la tendencia clásica y tratarse de algún modelo de fabricantes como Intel o AMD es en realidad un chip muy distinto.

Se trata del Qualcomm Snapdragon / Microsoft SQ1, un desarrollo en el que este fabricante ha colaborado con Microsoft para ajustarlo a las especificaciones que ambos han considerado óptimas para un producto con este formato y prestaciones.

El SQ1 es una singular variante del Snapdragon 8cx, y como este último está fabricado con tecnología de 7 nm y cuenta con un TDP muy contenido: tan solo 7 W que por supuesto condicionan el rendimiento que podemos esperar de él, pero que también son claves para mantener ese procesador a temperaturas controladas incluso en escenarios en los que se demanda de él toda su potencia.

Estamos ante una CPU octa-core que es capaz de alcanzar hasta 3 GHz en sus núcleos, pero es que este SoC demuestra esa versatilidad de los chips ARM y que permite integrar en una sola die un conjunto de funciones realmente sorprendentes.

Entre esas funciones está la orientada a las tareas gráficas. La GPU Adreno 685 puede ofrecer hasta 2,1 TFLOPs de potencia bruta, lo que en esencia significa que es -al menos en esos términos- el doble de potente que la GPU integrada de los procesadores Intel de 8ª generación.

De hecho la propuesta de Qualcomm y Microsoft es notable porque ese diseño permite tiene un rendimiento por vatio que es tres veces el que encontrábamos en los procesadores Intel de la familia Coffee Lake en los Surface Pro 6. Por supuesto una cosa es la eficiencia y el rendimiento por vatio sobre el papel y otra cosa muy distinta el impacto y prestaciones reales que este chip ofrece a los usuarios.

Hay además otras áreas de interés en el chip: como sucede con otros chips de Qualcomm, este modelo cuenta con núcleos específicos para procesar tareas de inteligencia artificial, y aquí los responsables de Qualcomm asegura que es comparable al Snapdragon 855 en este ámbito. Esa potencia es aplicable por ejemplo al reconocimiento facial o a la monitorización y optimización de la batería, pero una vez más todas esas cifras y datos pueden significar otra cosa una vez se ven en un uso real del equipo.

El último de los componentes claves de este SoC es, por supuesto, el del módem que da acceso a la conectividad LTE, ventaja clara de estos equipos "siempre conectados" y que en este caso lo pueden estar gracias a una ranura Nano SIM en la que podremos insertar una tarjeta de este tipo para poder conectarnos a internet como si lo hiciéramos desde un smartphone y sin necesidad de acceso a redes WiFi.

Un diseño que adelgaza y que aporta una idea genial
A primera vista el Surface Pro X no parece muy distinto de los Surface Pro de los que hereda el factor de forma. Una revisión algo más profunda comienza pronto a revelar no obstante un diseño que gana enteros en varios apartados.

Efectivamente la propuesta de Microsoft aquí toma como base los mismos principios de sus antecesores basados en micros de Intel, pero la presencia de un chip ARM parece haber provocado una ambición notable a la hora de adelgazar este dispositivo.

El grosor es de 7,3 mm frente a los 8,5 mm del Surface Pro 7 que analizamos recientemente en Xataka, pero es que el propio contorno de los bordes cambia de forma total, y de esos laterales planos pasamos ahora a unos contornos redondeados.

Esos laterales redondeados esconden las opciones de conectividad, que son algo más escasas de lo que hubiéramos deseado: el Surface Pro X cuenta con dos puertos USB-C, un puerto Surface Connect y la ranura para una tarjeta nano SIM (aunque la opción eSIM también existe). Echamos de menos un conector USB-A convencional, pero sobre todo echamos de menos el conector de auriculares que también está ausente en este equipo.