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Qué portátil gaming comprar en 2020: 21 ordenadores desde 900 a 4.000 euros

Si quieres disfrutar de las ventajas de jugar en un ordenador sin renunciar a la movilidad, los portátiles gaming son el formato que estás buscando. Eso sí, elegir un ordenador portátil para jugar no es tarea sencilla, no solo en cuestión de hardware, sino también en aspectos como la pantalla o el teclado.

En esta guía de compra de portátiles gaming recopilamos lo que hay que tener en cuenta para acertar en función de nuestras necesidades y presupuesto. Además, os proponemos una amplia horquilla de equipos entre los 900 y los 4.000 euros.

Cómo elegir un portátil para gaming
Como ya hemos anticipado en la intro, aunque la pantalla o el diseño tienen su importancia, el factor diferencial a la hora de ofrecer una buena experiencia gaming es el hardware. Aquí se desmarcan la GPU y la GPU, aunque sin descuidar el tipo y la cantidad de memoria RAM y almacenamiento

Hablemos de GPU

Los juegos son una de las aplicaciones más exigentes que existen y buena parte de la carga de trabajo la asume el procesador gráfico – texturas, renderizado de imágenes ... – esto es clave a la hora de determinar qué gráfica debe integrar tanto para presente como para futuro.

En el territorio gaming más ambicioso, NVIDIA sigue siendo la marca hegemónica y son sus gráficas las que vamos a encontrarnos en gamas medias y altas. A finales de 2018 llegó la arquitectura de Turing a las tarjetas gráficas de NVIDIA, un salto que entre otras virtudes, acerca la tecnología de ray-tracing al segmento de consumo, soporta memorias DDR6, permite interfaces más ambiciosas que dan salida de vídeo 8K60 HDR y, de forma global dan como resultado un mayor rendimiento y eficiencia en gaming.

Aplicada a los ordenadores portátiles que vamos a encontrarnos en el mercado, el punto de partida es una RTX 2060. No obstante, si nuestro presupuesto es muy ajustado, podemos apostar por la GTX 1660 Ti.

Eso sí, insistimos: por poco más dinero se puede optar a una RTX 2060, más moderna, con buen rendimiento 1080p y a 1440p y que nos permite disfrutar de la tecnología RTX de la que carece la GPU anteriormente mencionada. No es tanto por los juegos actuales del mercado, sino por los que están por llegar, ya que la mayoría van a implementarlos y el impacto de esta tecnología en los gráficos es potente. Eso sí, la RTX R060 no es el que te ofrece el mayor rendimiento en ray tracing – es la más básica – pero sí te permite disfrutar de la experiencia.

En todo caso, es importante elegir la gráfica en consonancia a la resolución y la tasa de refresco del panel. La idea es escoger el modelo que nos permita jugar a la resolución nativa del panel con una cadencia de imágenes estable y lo más cercana posible a 60 Hz (60 FPS), o a la frecuencia de refresco máxima del panel (generalmente y muy recomendable 120 Hz o 144 Hz) o incluso 240Hz si apostamos por un equipo de lo más ambicioso y exigente.

No obstante, si el portátil dispone de puerto Thunderbolt 3, también existe la opción de conectarlo a una caja eGPU y con ella ampliar potencia gráfica a tu gusto. Pero si no queremos complicarnos, la RTX 2060 es la opción base.

Si antes hablábamos del papel estrella de las GPU en gaming, también queremos destacar la incidencia de la CPU, ya que es el componente encargado de la física, la inteligencia artificial o la resolución – entre otros – de nuestros juegos. En este sentido, hemos de tener en cuenta que la mayoría de los juegos no aprovechan todos los hilos de ejecución ni todos los núcleos de los procesadores.

Es decir, que los juegos se benefician más de una CPU más rápida que de una capaz de manejar más hilos de ejecución. Eso si solo usas el ordenador para jugar, pero si además empleas tu equipo para procesado fotográfico, si que es importante apostar por un chip rápido y con más hilos y núcleos.

Aunque el inminente desembarco de los Ryzen 4000 suena muy prometedor, todavía no los hemos visto en acción. Además, las propuestas de los fabricantes están masivamente basadas en procesadores de Intel, conformando un combo dominante entre Intel y NVIDIA, pero como os explicamos recientemente, esto va a cambiar con los nuevos microprocesadores de AMD para ordenadores portátiles.

No obstante, los AMD Ryzen 5 y Ryzen 7 siguen siendo una opción a tener en cuenta por su buena relación calidad precio entre los modelos más asequibles.

En Intel, el punto de partida son los Core i5 de novena generación o incluso la octava, si es que buscamos recortar el precio.En terreno gaming nos vamos a encontrar la serie H – presente en portátiles más grandes y voluminosos como los equipos para jugar, en contraposición con los de la serie U, para modelos más compactos y ligeros – , con un TDP de 45 W, ofreciendo una propuesta potente y con margen de maniobra.

Así, será frecuente ver modelos con los chips i7-8750H, i5-9300H y más ambiciosos, los i7-9750H o los i7- 9980HK, estos últimos grandes opciones.

No obstante, algunos fabricantes se salen de la norma y apuestan para sus modelos más premium por el montaje de microprocesadores de sobremesa, como es el caso del Alienware Area-51m, que podemos encontrarlo con un i9-9900K – 95W TDP, una burrada a nivel de consumo que prácticamente nos aboca a conectarlo a la corriente mientras jugamos –, aunque a cambio requerirán sistemas de refrigeración muy eficientes.

Otros componentes: RAM y almacenamiento
Tras determinar la GPU y CPU que necesitamos, no descuidaremos que estén acompañadas de suficiente RAM y abundante espacio de almacenamiento.

Aunque la base de ciertos portátiles gaming son los 8GB de RAM, es más recomendable invertir en configuraciones de al menos 16GB, permitiéndonos simultanear el juego y otras actividades. En cuanto al tipo, al menos DDR4 y lo más rápida posible.

Es verdad que cuanta más RAM, mejor, pero si buscamos lo óptimo, los 32GB es una buena cifra. A partir de aquí, apostar por más RAM será interesante si vamos a usar nuestro equipo también para edición de fotografía y vídeo... o si vamos sobrados económicamente hablando.

Sin embargo, si nuestro presupuesto es limitado o lo queremos para gaming ocasional y hemos elegido una gráfica dedicada básica, los 8GB pueden ser suficientes. Eso sí, mejor asegurarse de que pueda actualizarse en el futuro.

Hoy en día es habitual encontrar opciones de almacenamiento combinadas que proporcionen el espacio de los clásicos HDD – aquí elige los de 7.200 rpm – con la velocidad del SSD para el arranque.

¿Y si buscamos un equipo gaming barato? En ese caso, mejor sacrificar espacio y apostar por modelos que integren únicamente un SSD. Lo mínimo es un SSD de 512GB, si bien teniendo en cuenta lo que ocupan los juegos, lo óptimo sería 1 TB de SSD o 512 GB de SSD y al menos 1 TB de HDD. Como en el caso de la RAM, es habitual que la sustitución de las unidades de almacenamiento sea una tarea sencilla.