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Estamos usando mucha tecnología para ayudar a ancianos a vivir en casa: así es su vida autónoma en pleno inverno demográfico

En 2017 Roger Guasch encajó un golpe duro, de los más duros de su vida, en realidad: a su madre le diagnosticaron Alzheimer. La noticia llegó acompañada de una cascada de interrogantes, los mismos que afrontan a diario cada una de las cientos de miles de familias que lidian con la enfermedad en España. ¿Cómo ayudar a su madre? ¿Cómo reforzar su independencia? ¿Durante cuánto tiempo podría disfrutar de una vida autónoma? A Guasch también se le plantearon dudas mucho más prácticas. La seguridad. O la medicación, por ejemplo. ¿Cómo puede alguien que padece Alzheimer organizarse con las pastillas? ¿Cómo, cuando tiene prescritos varios fármacos, a diferentes horas y con dosis que pueden variar de un día para otro y que no siempre resulta fácil calcular? El reto se las trae sin necesidad de padecer la dolencia.

En vez de recurrir a un horario pegado con imanes a la nevera o un mosaico de pósits con enrevesados nombres de fármacos, Guasch decidió tirar de ingenio. Junto con otros compañeros impulsó la empresa Berdac y diseñó IMA, un pastillero inteligente que mediante señales acústicas y visuales avisa al paciente de que ha llegado la hora de tomarse la medicina. Solo tiene que pulsar un botón para recibir la dosis exacta. Si así lo desean, el enfermo, sus familiares e incluso el médico que lleva su caso pueden consultar un plan detallado con toda la medicación, datos actualizados y (si los hubiera) un seguimiento de cualquier olvido o retraso en la ingesta de fármacos.

El pastillero de Berdac es solo un ejemplo de una tendencia que toma cada vez más fuerza, aquí y en otros países: poner las TIC al servicio de las personas mayores para que puedan disfrutar de vidas autónomas en sus propios hogares. No es algo descabellado en una sociedad que sufre ya los gélidos vientos del invierno demográfico. España envejece. Y lo hace con rapidez, además. Lo ha puesto negro sobre blanco la crisis sanitaria del coronavirus —los ancianos constituyen un amplio espectro de población de riesgo—, pero el INE lleva tiempo constatándolo con datos.

Según los cálculos del observatorio estadístico, en medio siglo vivirán en España alrededor de 14,3 millones de personas en edad de jubilación, el 29,4% del censo total. Algo más de la décima parte (13,6%) ya habrán soplado además las 80 velas. En ambos casos los porcentajes superan con holgura a los actuales —19,4 y 6,1%, respectivamente— y llegan acompañados de otros fenómenos, como un aumento considerable de la población que padece enfermedades crónicas.

“Hay muchas startups que se están lanzando a proyectos de este estilo. La cuestión es que el producto industrial cuesta más porque tiene unos costes asociados de creación de prototipos, fabricación… que son muy elevados y al final la financiación, aquí, en España, está como está. Sí hay mucha app, webs, servicios integrales, software… Pero lo que es hardware y aparatos cuesta más”, explica Mateo Gil, de Berdac.

Mateo Gil C
En septiembre la compañía espera disponer de las primeras mil máquinas, pero Gil y sus compañeros han constatado ya un “muy buen recibimiento” en el mercado, en el que esperan cubrir una necesidad clave. “La mitad de los pacientes crónicos no se toman correctamente las pastillas y eso implica ingresos hospitalarios y un empeoramiento de la salud”, comenta la empresa. Una vez salga a la calle —detalla Gil— IMA se encontrará con una competencia muy reducida. “No hay mucho más”, abunda.

Como Berdac, desde hace años un buen número de empresas, organismos e instituciones públicas echan mano del Internet de las Cosas (IoT) y la domótica para diseñar hogares adaptados, apps que velan por la seguridad de los ancianos o les facilitan disfrutar de una vida más activa y wearables que —en poco tiempo— se han revelado aliados de primera para los médicos gracias a la monitorización de los pacientes las 24 horas del día. También tecnología que no se diseñó para las personas mayores, pero que contribuye a su independencia. Buen ejemplo son los Voice User Interface (VUI) —Siri o Alexa, por ejemplo— que ayudan a interactuar con sus dispositivos a gente a la que habitualmente le cuesta manejarse con una pantalla táctil o navegar por Internet.

Una "patata caliente" para la Unión Europea
Las apps y dispositivos orientados a la tercera edad o enfermos crónicos se cuentan por cientos. Y conforman una lista que se engrosa desde hace años, a menudo con respaldo de las instituciones públicas. La propia UE, en el marco del H2020, presta una atención especial al desarrollo tecnológico para auspiciar un envejecimiento activo e independiente. Desde 2008 Bruselas dispone de un programa específico, el AAL (Active And Assisted Living), que ha financiado más de 200 proyectos para asistir a mayores en sus hogares, hacer un seguimiento de su salud, dietas o niveles de actividad, estimular su memoria o directamente combatir la soledad y el aislamiento.

La UE dispone de un programa, AAL, que desde 2008 ha impulsado más de 200 iniciativas que recurren a la tecnología para facilitar la independencia de las personas mayores. Su lema: "Envejecer bien en un mundo digital"
“La UE, dentro del programa H2020, define como uno de los siete retos sociales el de la ‘Salud, cambio demográfico y bienestar’, en el que tratan con cierta importancia el desarrollo de tecnología para favorecer un envejecimiento activo y una vida más independiente de las personas mayores. Hay varias convocatorias muy específicas sobre el tema”, explica Javier Pereira, subdirector del Centro de Investigación en Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (CITIC) de la Universidad de A Coruña. Desde el propio CITIC se desarrolló el proyecto GERIA-TIC (2016-2019) que durante tres años monitorizó con wearables (pulseras) la actividad física y calidad del sueño de sus usuarios para anticiparse a situaciones de riesgo. Entre sus objetivos estaba la prevención de caídas y detectar alteraciones del sueño.