¡Todos los productos son NUEVOS y con 1 AÑOS de garantía!

Bateríasadaptador.es baterías Pago Seguro y Sencillo,Transmisión de Datos con Cifrado SSL.Nuestro objetivo consiste en la satisfacción de nuestros clientes.

Cómo es tener menos de 30 años y querer dedicarte a la ciencia en España

"Cuando hablamos de jóvenes investigadores en España estamos hablando de las mentes más formadas de cada rama del conocimiento", nos contaba Pablo Gimenez, presidente de la Federación de Jóvenes Investigadores, en una reciente entrevista. Sin embargo, las mentes más formadas tienen un futuro incierto y mayormente en el extranjero. Al menos esa es la realidad de los jóvenes investigadores en España, a día de hoy. Nos hemos acercado a varias personas dentro de este segmento para conocer sus expectativas.

Curiosamente, y a pesar de la diversidad de disciplinas, entornos, localización geográfica y edad, casi todos los menores de 30 años cumplen un perfil parecido. "Sin duda, la mejor alternativa para un joven de 30 años en este país no es dedicarse al ámbito de la investigación. Problemas como la excesiva burocratización, la falta de expectativas futuras o el envejecimiento de las plantillas, así como su escasa reposición, van a ser problemas con los que van a tener convivir día a día", explicaba para Xataka. Os relatamos la historia de cuatro investigadores e investigadoras que retratan, en pequeño, cómo se vive con menos de 30 años y queriendo dedicarse a la investigación.

¿Qué razón puede haber para dedicarse a la ciencia?
Curiosidad, superación, expectativas... ¿qué tiene la ciencia de atractivo? ¿Qué puede ofrecerle a una persona joven para que decida dedicar (no hay una palabra mejor para describirlo) su vida a la ciencia? Paula del Río tiene 22 años y es estudiante de biotecnología en la Universidad Politécnica de Madrid. "Este año acabo la carrera, por lo que estoy realizando el Trabajo de Fin de Grado en el campo de los biomateriales", nos explica

Paula
"De pequeña me encantaban las revistas de ciencia para niños y niñas como la Muy Interesante Junior o libros como El porqué de las cosas", nos cuenta cuando intentamos indagar más en las razones que la llevaron a la biotecnología. "Sí, suena muy friki, lo sé. Luego tuve mucha suerte con las profesoras de ciencias, que nos enseñaban a través de superhéroes o manualidades, y me encantaba. Siempre he tenido mucha curiosidad y una carrera científica era perfecta para eso".

Darío García, es un linense de 24 años que está haciendo un doctorado en neurobiología y que en sus ratos libres divulga ciencia en YouTube. "Tenía claro que quería dedicarme a algo que no fuera monótono", afirma. Nada de estar sentado en una oficina, desde luego. Quería que me planteara retos, que me obligara a ser creativo a la hora de buscar soluciones. Eso, sumado a la sensación de estar aportando algo de conocimiento, de estar descubriendo algo que antes se desconocía... fue lo que decantó la balanza".

Alba García cursa su último año de tesis doctoral y compagina la labor investigadora en la Universidad de León con tareas de Medical Writer y redactora de contenidos en el blog de divulgación científica FasCIENCIA-t. "Siempre he tenido mucha curiosidad por entender cómo funciona nuestro cuerpo y el mundo que nos rodea. Desde que miré por primera vez a través de un microscopio de juguete sabía que quería más", nos explica. "No voy a negar que siempre tuve dudas sobre cuál era el mejor camino, y aunque adoraba las matemáticas y los números, elegí una combinación de ambas cursando el grado en biotecnología".

Xuan González es físico de partículas y trabaja en el experimento CMS del CERN. "Me dedico a investigar los fundamentos del universo a través de las colisiones de protones realizadas en el Gran Colisionador de Hadrones", nos explica. "También hago divulgación científica en el CERN, en YouTube y en las redes. La investigación sobre el universo siempre me ha apasionado. Ya antes de empezar la carrera de Física quería dedicarme a investigar. En principio, por el puro placer de saber más sobre el universo. Mi pasión por la investigación científica no se limita a la física fundamental, a estudiar la naturaleza del universo... creo que también sería feliz haciendo investigación en casi cualquier otra rama de la ciencia".

A estas alturas, nos sorprende que todos los investigadores coinciden en una cosa: su curiosidad. Sin embargo, ninguno ni ninguna ha mencionado una cuestión importante a la hora de planificar un futuro: las oportunidades laborales.

Retrato de un jóven investigador español
Cuando hablamos de jóvenes investigadores en España estamos hablando de las mentes más formadas de cada rama del conocimiento. Hay que tener en cuenta que acceder a la carrera investigadora requiere una enorme formación, se requiere ser graduado y haber cursado un máster, solo en ese momento se está en posición de obtener un contrato predoctoral. Nos lo explica Pablo Giménez, presidente de la Federación de Jóvenes Investigadores e investigador predoctoral en la Universidad Complutense de Madrid.

Pablo
La federación está constituida por un colectivo de asociaciones que se encarga de velar por los derechos de los trabajadores más vulnerables en el ámbito de la investigación: los trabajadores predoctorales (aquellos que aún no han leído su tesis doctoral) y los trabajadores posdoctorales (aquellos que han leído su tesis pero, todavía, no han conseguido estabilizarse y obtenido una plaza dentro del sistema científico español). La FJI lleva ya 20 años intentando mejorar la calidad del sistema de investigación en España.

"Un contrato predoctoral suele tener un remuneración de 1000€ durante los dos primeros años, además son contratos enormemente competitivos con duros requisitos de acceso", nos explica. "Por ejemplo, en el caso de los contratos de formación del profesor universitario, o FPU, se requiere una nota media en el expediente alrededor de 8,5 para que tu curriculum sea valorado y puedas optar a uno de estos contratos".

Se dibuja, entonces, un perfil formado de alta tecnificación, bajo una gran presión y exigencia, pero que no parece ir parejo en cuanto a su sueldo. "Estos contratos de excelencia van aparejados a una escasa remuneración", confirma Pablo. "Cualquier ingeniero o médico que decida optar a estos contratos podría ganar bastante más dinero en otros sectores tanto públicos como privados". Pero, existe un problema mucho más flagrante: la incertidumbre de los plazos.

"Estos jóvenes optan a un contrato que nunca saben a ciencia cierta cuándo se va a resolver, no saben si se demorará unos pocos meses o, en el peor de los casos, durante años. Esta problemática convierte a los jóvenes investigadores en personas que se dedican a esta profesión por su enorme vocación, de otra forma desistirían de las enormes trabas que pone el sistema, así como de las condiciones laborales, en muchos casos precarias, a las que se ven sometidos".

Cómo es la vida de un jóven investigador, a día de hoy
"Para pagar los estudios, trabajo con una beca en el Centro de Lenguas de la UPM. Pero no es suficiente para ser independiente económicamente, por lo que aún vivo con mi familia", nos cuenta Paula, la más joven de las entrevistadas. Algo parecido vivió Xuan, en sus primeros años predoctorales: "Durante los dos primeros años todavía vivía en casa de mis padres, y me sirvieron para ahorrar. Los siguientes dos años los pasé entre Oviedo y el CERN: mitad del año en la universidad, trabajando online y dando clase, y la otra mitad en el CERN, trabajando en persona en los experimentos. Actualmente trabajo como investigador postdoctoral en la Universidad de Nebraska-Lincoln. Vivo en un piso compartido en Francia, a unos 4km del CERN, y cruzo todos los días la frontera franco-suiza en bici para ir a trabajar".

Dario
Darío también comenzó su carrera en investigación viviendo en el hogar familiar, hasta marcharse de Erasmus y comenzar su doctorado, después. Actualmente vive en Bruselas con un contrato de un año. "Tendré que buscar financiación para poder acabar el doctorado. Soy independiente económicamente y aunque actualmente vivo en la residencia universitaria, en unos meses planeo mudarme". Alba, trabajó durante su último año de carrera en el Instituto de Biotecnología de León con hongos.

"Durante estos dos años se me metió bien profundo el gusanillo de la investigación, pero solo eso no es suficiente. Vivimos en un país donde conseguir un contrato para realizar una tesis doctoral es muy complicado, un buen expediente no te garantiza un contrato y si lo consigues sueles tardar meses". En su caso, nos explica, como muchos otros años, las convocatorias de becas se retrasaron. "Sabía que, en la mejor de las situaciones, tendría que esperar entre ocho y diez meses para conseguir una beca y que había muchas probabilidades de que no la consiguiera".