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En Japón, las empresas están prohibiendo a las mujeres llevar gafas. Transmiten una "actitud fría"

Varias empresas japonesas introducen una nueva norma al listado de códigos de conducta que rige la sociedad nipona y han comenzado a prohibir a las mujeres el uso de gafas en el trabajo, algo que ha despertado el rechazo de gran parte del colectivo femenino en redes. Motivadas por el movimiento social que planta cara al uso obligatorio de tacones en el entorno laboral, las japonesas han iniciado una nueva campaña en contra de otra imposición que solamente les afecta a ellas.

Sin gafas. Esta es la condición que están empezando a imponer las empresas de diferentes sectores a las trabajadoras japonesas. A pesar de que se trata de un país que tiende a la uniformidad y la conformidad social, las mujeres observan como las nuevas normativas estéticas apuntan con más firmeza hacia ellas. A pesar de haber conseguido que los niños y niñas ya no tengan que teñirse el pelo como requisito para asistir a un colegio público, las japonesas llevan parte de 2019 haciendo campaña por derribar la regla que las obliga a llevar tacones en el trabajo. Por ley, tienen que llevar un calzado elevado entre cinco y siete centímetros del suelo, algo que el propio ministro de trabajo, salud y bienestar ve "necesario y razonable".

Razones. Según informa la edición japonesa de Business Insider, éstas varían dependiendo del sector del que hablemos. Por ejemplo, las compañías aéreas dicen que es por una cuestión de seguridad, las empresas del mundo de la belleza lo achacan a que tras las gafas el maquillaje no luce bien y los restaurantes japoneses a que no encajan con la indumentaria tradicional. Sin embargo la palma se le llevan las empresas de comercio al por menor que dicen que llevar gafas transmite "una actitud fría" a los clientes.

¿Lentillas como solución? Pues depende. A pesar de que es la alternativa propuesta por las empresas, no es la más indicada para los trabajos de oficina donde las largas horas frente a una pantalla reducen el parpadeo e incrementan más aún la sequedad ocular en las personas que utilizan lentillas. Las lentes de contacto demandan más hidratación para asegurar una correcta visión y esto es algo que trabajando con pantallas se vuelve más complicado. Por lo tanto, la prohibición de las gafas no es solo una cuestión estética e intercambiable por otra alternativa, sino una decisión de salud ocular que debería tomar cada persona a título individual.

Reacción en redes. A comienzos de este mismo año, las japonesas iniciaron un movimiento en redes apodado como #kutoo, un término que planta cara al dolor causado por los tacones: kutsu significa zapatos, kutsuu dolor, y ambos términos incorporan la coletilla #too en referencia al #metoo.

Y es que, junto a la prohibición de las gafas las japonesas también tienen que lidiar con una normativa que las obliga a ir en tacones, algo que además las discrimina respecto a los hombres que pueden ir con calzado plano les duelan o no los pies. Además, ellos en verano obviar la corbata y la chaqueta del traje en pro de la comodidad respecto a las temperaturas más elevadas.

Normas y más normas. La obsesión por el orden y el control que rige la vida de los japoneses les lleva a ser inflexibles, pero sobre todo les conduce a crear códigos de conducta para prácticamente todo. A la reglas mencionadas anteriormente se suman otras como la obligatoriedad de acudir vestido de oscuro a una entrevista de trabajo o de cortarse el pelo en base a unos estilos previamente establecidos. Japón es ese país donde la compañía ferroviaria pide disculpas públicamente por un retraso de 20 segundos, pero también uno donde la expresión personal está medida casi al milímetro.